En los diccionarios también hay errores y erratas. Samuel Johnson, autor del diccionario en inglés más influyente hasta que se publicó el de Oxford 173 años más tarde, definió la cuartilla del caballo como su rodilla, cuando es su primera falange (Samuel, por favor, qué vergüenza). Cuando le preguntaron cómo había podido cometer tal equivocación, respondió: “Ignorancia, señora, pura ignorancia”. Hay más casos de errores en los diccionarios, como el que vio este niño en el Larousse o el que detectó este australiano en el Oxford English Dictionary, que lo llevaba arrastrando 99 años.
Es decir, los diccionarios son una referencia de normativa, pero también recogen el uso que los hablantes hacemos de la lengua, por lo que si publican un error, alguien se acabará dando cuenta. Y en caso de duda, la Real Academia de la Lengua responde a preguntas tanto a través de su web como en su cuenta de Twitter.
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http://verne.elpais.com/verne/2015/01/08/articulo/1420715269_823448.html