El mal humor, la terquedad, la tristeza y el estrés tienen un remedio infalible, las cosquillas. Y si se realizan a los más pequeños de la casa, tienen numerosos beneficios para su organismo.
Desde que el bebé nace, el cerebro del pequeño está preparado para detectar las cosquillas, ya que se originan a través de un estimulo táctil.
Hasta los tres años, las cosquillas ayudan al desarrollo de las vías nerviosas de tipo sensitivo, que son las encargadas de llevar al cerebro la percepción de estímulos como el calor o el frío, entre otros. Además permiten el desarrollo de las vías motoras, que hacen reacción al cuerpo a estos estímulos.
Hacerle cosquillas a un bebé genera la sensación de risa, sobre todo si se hacen en las mejillas, en el mentón o alrededor de la boca.
Con la edad la sensibilidad es mayor, y a partir de los dos años, los pies, la espalda, las axilas y el estomago son las mejores áreas para realizar el estimulo.
Un beneficio de las cosquillas que es que ganan confianza y respeto por su cuerpo.
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