Según explican los investigadores, actúa como un refugio para las bacterias buenas, que pueden utilizarse para reiniciar efectivamente el intestino después de un ataque de disentería o cólera. Un ataque de este tipo puede purgar el intestino de las bacterias esenciales para la digestión. Es cuando las reservas de bacterias buenas emergen del apéndice para asumir el papel.
A pesar de esto, el profesor Bill Parker advierte que “el hallazgo no significa que debemos aferrarnos a nuestros apéndices a toda costa”.